Calle comercial en Thamel |
Nepal, el país del Himalaya, era uno
de los lugares clave de nuestra vuelta, y eso que yo (Javi) ya había
estado aquí hace nada menos que 11 años. En aquella ocasión vine
en Julio, y los monzones estaban en pleno apogeo, lloviendo bastante
y con calor. Planeamos el periplo mundial para llegar aquí en Abril,
pero las maravillas del mundo nos han entretenido y hemos llegado un
mes más tarde de lo previsto, por lo que el monzón ya está casi
comenzando.
Durbar Square de Kathmandu |
Tras la visita a Hong Kong, con sus
gigantes edificios y modernos centros comerciales, aterrizar en
Kathmandú fue un brusco salto. Para entrar en el país hay que
obtener un visado y pagar un dinero (en dólares o rupias nepalíes).
Ya contábamos con ello, y al ir a sacar dinero del cajero
automático, como en muchos aeropuertos del mundo hemos hecho,
resulta que... estaba cerrado. Y nos lo dicen con naturalidad... “es
que a estas horas ya está cerrado”. Menos mal que Encarni guardaba
unos dólares de reserva y lo arreglamos.
Calle de Kathmandu |
Kathmandú es una ciudad caótica, muy
ruidosa, con un tráfico de locura pero también guarda hermosos
lugares para visitar.
Estupa budista |
Los primeros días nos alojamos en un
hotel cerca de Thamel, que es un barrio en el que están concentradas
todas las tiendas para turistas, la mayoría de los hoteles,
restaurantes y agencias de viajes. Todo lo que un extranjero de
visita en este país pueda necesitar lo encontrará en el barrio de
Thamel, sin necesidad de ir a ningún otro lugar.
Monjes en monasterio |
Hicimos un recorrido por el corazón de
la ciudad viendo barrios, mercados, diversos templos budistas e
hinduistas y a la gente en sus quehaceres diarios. Las calles, muchas
sin asfaltar y con basura por el suelo, son un ir y venir de gente
comprando o vendiendo en pequeñísimos puestos o tiendas que a la
vez son también sus casas. Se mezclan con coches, motos con varias
personas, ricshaws, autobuses destartalados, bicis “de carga” y
vacas felices y a su aire, ya que aquí como país hinduista se las
respeta. El final del paseo era Durbar Square. Es el nombre que se
les da a las plazas de las ciudades que engloban los principales
templos y palacios.
Monasterio Tibetano |
Se paga una entrada pero merece la pena. Uno de
los palacios que hay es el correspondiente a La Kumari, donde vive
junto a su séquito y sin salir de allí una niña “Kumari”, a la
que se venera como a una diosa. Cuando tiene su primera menstruación,
sale de su rol de diosa y es remplazada por otra. Coincidió que
cuando fuimos era el momento de asomarse a la ventana y la pudimos
ver, una niña de unos diez años saludando durante unos instantes,
con cara de aburrimiento y a la que está prohibido hacerle fotos.
Rezando en los molinillos |
Los precios en este país permitieron a
nuestra maltrecha economía recuperarse un poco de la “crisis
Oceánica”. Y es que una habitación doble con baño cuesta unos 6
u 8 €, una comida completa unos 2 o 3 €, un transporte de 8 horas
5 €, un taxi en la ciudad 3 € y así todo.
Fue una estancia agradable porque la
gente es muy amable y están acostumbrados al turismo extranjero y se
siente uno seguro paseando por sus calles.
Típica comida Nepalí |
1 comentarios:
¡Anda, los leones de las cortes!
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