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Glaciar Perito Moreno y montañas en El Chaltèn.


Perito desde el barco


Uno de los puntos más visitados en Argentina es el glaciar Perito Moreno y no podíamos obviarlo.
Desde El Calafate salen las excursiones al glaciar. Pagas bus, entrada al parque, barco que te acerca a la cara sur. Y cuando terminas de pagar.... empiezas a alucinar. Es una extensión de hielo enorme (tres km y medio en el frente) con paredes de hasta setenta metros de alto, de la cual se van desprendiendo gigantescos pedazos que caen al agua formando grandes olas. A parte de la panorámica desde el barco se puede divisar desde diversos frentes con una red de pasarelas dispuestas para ello.
Pasarelas del Perito
Trozos desprendidos del Perito
Pese a ser tan turisti-caro, merece la pena porque es un espectáculo único: la masa de hielo con sus formas y sus colores, el sonido de los bloques al caer, el paisaje que se divisa es majestuoso.



 Siguiendo hacia el norte nuestra siguiente parada la hicimos en El Chaltén, un pequeño pueblo famoso para los escaladores y montañeros en general, porque aquí están dos de las cumbres más míticas: el Fitz Roy y el Cerro Torre.
El Fitz Roy entre los dos
Decidimos no subirlas en esta ocasión... es broma, yo (Encarni) quería, pero a Javi le daba vértigo... Asi que hicimos un trekking de dos días hasta la base del Cerro Torre, volviendo Javi por el valle de El Fitz Roy y yo por donde subí, para no perderme.
Atardecer en Cerro Torre
Las dos montañas impresionan por su belleza y su verticalidad, no extraña que sean de las más difíciles y peligrosas del mundo y se hayan cobrado tantas vidas.
Justo por la parte opuesta a la que se accede se encuentra el campo de hielo patagónico, la mayor extensión helada en el mundo tras los polos. Y vaya si se nota, cuando soplaba el viento cortaba la respiración.
El Chaltén y sus vistas
Por la zona hicimos otros pequeños paseos, y también descansamos ya que esta zona nos gustó mucho y queríamos estar unos días más allí.
Laguna Torre y Pico homónimo
Tuvimos mucha suerte con el tiempo, porque aunque es verano suele estar nublado y nosotros pudimos ver las montañas con sol.

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El lejano sur de la Patagonia.



 Un gran salto aéreo nos acercó al lejano sur, tierra de Patagones, vientos fríos y glaciares.
La ciudad de Ushuaia, la más sureña
Solamente una noche en Punta Arenas (Chile) para tomar el bus de un día completo a Ushuaia (Argentina), mítica ciudad considerada la más austral del mundo. Es una urbe de tamaño medio, bastante turística, con un ventoso puerto, flanqueada por montañas nevadas en el canal de Beagle.
Pingüinos magallánicos
Una excursión en barco nos dio acceso hasta la isla de los pájaros (muchos cormoranes reales), la de los leones (marinos, no los de melena) y la pingüinera (adivinad qué animales hay aquí...). Hay varios tipos de pingüinos, los más abundantes son los magallánicos, endémicos de la Patagonia sur. Es impresionante acercarse a tantos animales que no se asustan ni se preocupan lo más mínimo de nuestra presencia.
Cormoranes reales
Disfrutamos de un paseo por el Parque de Tierra de Fuego, en compañía de Alejandro (un marinero argentino en busca de un barco donde trabajar) y nuestra amiga Manuela (alemana con nombre muy alemán...). Los patos, cisnes de cuello negro, liebres y otros bichos campan a sus anchas por esos terrenos ventosos. Aunque las playas de gravilla son preciosas, no apetece bañarse por la frescura del agua. Estamos en una red de canales o entradas del mar, donde el agua es semisalada (o semidulce), por el desagüe de los ríos.
Leones marinos
El siguiente paso (un paso de 14 horas de bus) fue Puerto Natales (Chile), una pequeña ciudad que es el punto de entrada para el famososo Parque de las Torres del Paine. Aquí nos hemos alojado con una familia de Couch Surfing (ya hablamos de esto en la entrada de Lima). Ha sido una experiencia muy peculiar, ya que a parte de los cuatro miembros de la familia, hemos llegado a estar 16 personas alojadas con ellos, así que las cenas y su preparación eran una fiesta. Nosotros éramos los únicos españoles, y conocimos a gente de muchos países. Todos o casi todos aportábamos algo de comida o ayuda y la famila fue muy amable, tratándonos como a sus propios hijos.
Con Alejandro y Manuela
Alquilamos una carpa (tienda de campaña), cocinilla, sacos y salimos hacia el Parque. Tres días allí caminando en los que tuvimos de todo: desde vientos realmente huracanados hasta lluvia o sol. Las Torres del Paine son unos macizos graníticos verticales impresionantes, entre glaciares, lagos, bosques y ríos. Es el dominio del cóndor, con su majestuoso vuelo. Más abajo, en las planicies circundantes, abundan los guanacos (especie de llama), ñandús (pequeñas avestruces), armadillos, flamencos y multitud de otras aves.
De regreso a casa de nuestra familia adoptiva, un día de descanso paseando por Puerto Natales cuando nos dejaban el viento y el frío veraniegos. Los inviernos aquí deben ser realmente desapacibles, con bajas temperaturas, lluvias, nieve y el omnipresente viento Patagónico.
Junto a las Torres del Paine
Seguía el ir y venir de gente en la casa de acogida, y algunos continuamos el recorrido hacia El Calafate (Argentina), para acceder al majestuoso glaciar Perito Moreno.

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Santiago de Chile y alrededores



Tuvimos una mala entrada en Chile: nos quitaron un montón de jamón serrano y lomo ibéricos que guardábamos como oro en paño para los “españoles emigrados”, debido a las restricciones de locura en la frontera (no se puede introducir ningún producto animal o vegetal crudos). 
Mariscos del otro lado del charco
Más de un mes con estos manjares a cuestas y de repente nos los decomisan, ¡¡ que rabia!!.
Pero las cosas cambiaron enseguida: en Santiago nos acogió en su casa Toño, nuestro amigo Barcense. Y junto a Lorena y la pequeña Cármen, nos han enseñado la capital y alrededores.
Después de Venezuela y Perú, llegar a Chile es como regresar a Europa. Es sorprendente la gran influencia de ese continente. Española, por supuesto, pero también alemana e inglesa, tanto en las comidas y bebidas como en la arquitectura o en diversas costumbres. El “tesito” o los “kuchen” son solamente un par de ejemplos.
Contrastes en la capital
La capital es grande, más del doble que Madrid, pero tiene de todo: está a una hora tanto de la montaña como de la playa, osea por un lado los Andes y por el otro el Pacífico. Y precisamente la cercanía de este océano hace que haya una gran presencia de mariscos y pescados.
Hemos disfrutado de algunos de ellos que no existen en España, como los locos (deliciosas especies de lapas gigantescas), y otros similares a los europeos, pero con un tamaño enorme, como los supermejillones, las machas chilenas o los centollos. Y encima, todo más barato que en casa.
El “cajón de Maipu” parece otro planeta, reuniendo además gélidos ríos, glaciares, volcanes, montañas de multitud de colores, minas, baños termales, etc. En esa zona, el árido paisaje de cáctus y chumberas se mezcla con nogales, ciruelos o manzanos. Todo un cóctel para los sentidos.
Cajón de Maipu, colores en la montaña
La cercana ciudad de Valparaíso, bien merece una visita, ya que aparte del gran puerto de mercancías, tiene unos interesantes barrios con casas de colores, mercados, zona portuaria con sabor añejo, playas cercanas, etc.
También destaca en esta población una de las tres casas de Neruda, la Sebastiana, cuya visita es imperdonable, por sus curiosidades y por las grandiosas vistas.
Valparaiso y sus coloridas calles
La otra que visitamos fue la de Santiago, La Chascona, construida para vivir en ella con Matilde, su tercera y última mujer. En esa casa un guía nos explicó la vida de Neruda y vimos otra parte de su colección de objetos curiosos.
 La casualidad quiso que nuestro primo Nacho se encontrase de vacaciones en Chile y nos vimos un día en el que tras pasear por el mercado de pescado y una gran estación, comimos y visitamos el centro de Santiago, la Casa de la Moneda. Será nuestro anfitrión dentro de un par de semanas en Buenos Aires.
Nacho y Javi en el corazón de Santiago
Han sido unos maravillosos días de verano en la capital, con muy buena compañía y a la que regresaremos tras el periplo patagónico.

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