|
Estación de Kyoto |
Nos decidimos a dar el salto al país
del sol naciente. La compañía aérea China Eastern nos llevó
primero al aeropuerto de Shangai, donde esperamos un par de horas
hasta tomar un segundo vuelo a Kansai Internacional, un curioso
aeropuerto construido en medio del mar.
Kansai es la región central de la
isla principal de Japón. Allí se concentran los templos milenarios
y las primeras capitales del antiguo imperio. Por ello su herencia
cultural e histórica es la más relevante del país.
Nada más pisar tierra japonesa, ya
empezamos a sorprendernos con todo. Y es que aunque hemos estado en
muchas partes del mundo, Japón es diferente en muchos aspectos. Nos
desplazamos a Kyoto en tren. La gran estación de la ciudad es toda
una obra de ingeniería, con sus modernas líneas y grandes espacios.
|
Familia de Shutaro |
Una miniciudad en sí misma, con sus comercios, parques,
restaurantes, etc.
Hasta se celebran bodas y dan conciertos allí.
Subimos al piso 11 a cenar un típico ramen (tallarines en sopa con
carne y verdura). Luego nos vino a buscar Shutaro, con el que
contactamos por el maravilloso CouchSurfing. Nos quedamos en su casa,
con su mujer y sus dos niños por dos días. Como no era fin de
semana, solamente nos veíamos por la noche, pero nos ayudaron a
planear nuestro recorrido.
Dedicamos estos dos días a visitar
muchos templos, tanto budistas como sintoistas, y algunos también
mezclados, así como el Palacio Real.
|
Calle de Kyoto
|
Los templos aquí suelen
constar de varios edificios dedicados a diferentes deidades, casi
siempre rodeados de hermosos jardines donde el bambú y el agua están
presentes. Allí se hacen los rezos y peticiones. La mayoría son de
madera, razón por la que han sufrido la furia del fuego a lo largo
de la historia, y están reconstruidos siguiendo el patrón original.
|
Farolillos japoneses |
Parece increíble que una ciudad de
millón y medio de habitantes dé la sensación de ser un lugar tan
tranquilo como Soria. La gente usa habitualmente el transporte
público y las bicis, que comparten las aceras con los peatones. No
hay ruidos estridentes, ni atascos, ni sirenas, ni humos.
|
Templo dorado |
Decir que los japoneses son amables es
quedarse corto. Mucha gente se acercaba a ofrecernos su ayuda, sin
pedísela, al vernos mirar el mapa. Siempre te reciben con una
sonrisa y buenas palabras, aunque no entendiéramos nada, y se
despiden con una reverencia y otra retahíla en japonés. Da la
impresión de ser muy responsables, cada uno sabe lo que iene que
hacer, y la delincuencia es m
ínima. Si se te cae la cartera a nadie
se le
|
Jóvenes en Kimono |
ocurrirá otra cosa que devolvértela. Las tiendas tienen
muchas cosas expuestas en el exterior sin vigilancia y nadie se lleva
nada sin pagarlo. Tienen una conciencia de “comportamiento social”
muy evolucionada, muy respetuosa. Y todo funciona, todo es agradable,
está organizado. Pagan unos impuestos astronómicos, claro.
Y decir que el país es muy limpio es
quedarse … sucio. Las calles están impecables, los edificios bien
cuidados, los trenes parecen modernas oficinas. Hay baños públicos
en todos los lados (con muchos botones, calefacción en el aiento,
música y chorro de limpieza), y hasta los de los parques están
impolutos.
|
Mercado |
Entendernos con la gente ha sido
complejo, ya que no hay muchas personas que hablen inglés o que
tengan un nivel apropiado para mantener una conversación y la opción
de que aprendiéramos japonés en unos días no la veíamos clara....
Y los letreros, explicaciones, carteles, publicidad, está todo
únicamente en japonés.
|
Entrada al templo |
Parece que no se preocupan o no les interesa
el turismo exterior, y a veces se hace un poco incómodo a la vez que
“entretenido” el no enterarse de nada: ni dónde estás, ni cómo
ir a los sitios, ni las indicaciones de muchas cosas.
|
Ramen |
Lo de Kyoto fue “amor a primera
vista”. Tiene lo bueno de las grandes ciudades (oferta cultural,
muchas cosas que ver, diferentes e interesantes barrios, buén
transporte público, etc) y lo bueno de las pequeñas ciudades
(orden, limpieza, cómodos desplazamientos,
tráfico liviano, etc).
Shutaro y su familia nos prepararon
como despedida una cena tradicional: Sukiyaki. Consiste en un tipo de
ternera cortada en finísimas lonchas que se hace en la misma mesa
con salsa de soja, verduras, sake y setas. Finalmente se baña en
huevo crudo antes de comerla. Nos pareció una auténtica delicia.
Como vimos que en Kansai había muchas
cosas interesantes, decidimos quedarnos por esa región y no viajar
hasta Tokio.
Además hay que dejar cosas sin ver para futuras
visitas.
0 comentarios:
Los comentarios nuevos no están permitidos.