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Japón 1. (Segunda semana de Junio 2012).


Estación de Kyoto
Nos decidimos a dar el salto al país del sol naciente. La compañía aérea China Eastern nos llevó primero al aeropuerto de Shangai, donde esperamos un par de horas hasta tomar un segundo vuelo a Kansai Internacional, un curioso aeropuerto construido en medio del mar.
Kansai es la región central de la isla principal de Japón. Allí se concentran los templos milenarios y las primeras capitales del antiguo imperio. Por ello su herencia cultural e histórica es la más relevante del país.
Nada más pisar tierra japonesa, ya empezamos a sorprendernos con todo. Y es que aunque hemos estado en muchas partes del mundo, Japón es diferente en muchos aspectos. Nos desplazamos a Kyoto en tren. La gran estación de la ciudad es toda una obra de ingeniería, con sus modernas líneas y grandes espacios.
   
Familia de Shutaro
 Una miniciudad en sí misma, con sus comercios, parques, restaurantes, etc.
 Hasta se celebran bodas y dan conciertos allí.
 Subimos al piso 11 a cenar un típico ramen (tallarines en sopa con carne y verdura). Luego nos vino a buscar Shutaro, con el que contactamos por el maravilloso CouchSurfing. Nos quedamos en su casa, con su mujer y sus dos niños por dos días. Como no era fin de semana, solamente nos veíamos por la noche, pero nos ayudaron a planear nuestro recorrido.Dedicamos estos dos días a visitar muchos templos, tanto budistas como sintoistas, y algunos también mezclados, así como el Palacio Real. 
Calle de Kyoto

Los templos aquí suelen constar de varios edificios dedicados a diferentes deidades, casi siempre rodeados de hermosos jardines donde el bambú y el agua están presentes. Allí se hacen los rezos y peticiones. La mayoría son de madera, razón por la que han sufrido la furia del fuego a lo largo de la historia, y están reconstruidos siguiendo el patrón original.
   
Farolillos japoneses
Parece increíble que una ciudad de millón y medio de habitantes dé la sensación de ser un lugar tan tranquilo como Soria. La gente usa habitualmente el transporte público y las bicis, que comparten las aceras con los peatones. No hay ruidos estridentes, ni atascos, ni sirenas, ni humos.
Templo dorado
Decir que los japoneses son amables es quedarse corto. Mucha gente se acercaba a ofrecernos su ayuda, sin pedísela, al vernos mirar el mapa. Siempre te reciben con una sonrisa y buenas palabras, aunque no entendiéramos nada, y se despiden con una reverencia y otra retahíla en japonés. Da la impresión de ser muy responsables, cada uno sabe lo que iene que hacer, y la delincuencia es mínima. Si se te cae la cartera a nadie se le 
   
Jóvenes en Kimono
ocurrirá otra cosa que devolvértela. Las tiendas tienen muchas cosas expuestas en el exterior sin vigilancia y nadie se lleva nada sin pagarlo. Tienen una conciencia de “comportamiento social” muy evolucionada, muy respetuosa. Y todo funciona, todo es agradable, está organizado. Pagan unos impuestos astronómicos, claro.
Y decir que el país es muy limpio es quedarse … sucio. Las calles están impecables, los edificios bien cuidados, los trenes parecen modernas oficinas. Hay baños públicos en todos los lados (con muchos botones, calefacción en el aiento, música y chorro de limpieza), y hasta los de los parques están impolutos.
Mercado
Entendernos con la gente ha sido complejo, ya que no hay muchas personas que hablen inglés o que tengan un nivel apropiado para mantener una conversación y la opción de que aprendiéramos japonés en unos días no la veíamos clara.... Y los letreros, explicaciones, carteles, publicidad, está todo únicamente en japonés.
   
Entrada al templo
 Parece que no se preocupan o no les interesa el turismo exterior, y a veces se hace un poco incómodo a la vez que “entretenido” el no enterarse de nada: ni dónde estás, ni cómo ir a los sitios, ni las indicaciones de muchas cosas.
Ramen
Lo de Kyoto fue “amor a primera vista”. Tiene lo bueno de las grandes ciudades (oferta cultural, muchas cosas que ver, diferentes e interesantes barrios, buén transporte público, etc) y lo bueno de las pequeñas ciudades (orden, limpieza, cómodos desplazamientos,
tráfico liviano, etc).
Shutaro y su familia nos prepararon como despedida una cena tradicional: Sukiyaki. Consiste en un tipo de ternera cortada en finísimas lonchas que se hace en la misma mesa con salsa de soja, verduras, sake y setas. Finalmente se baña en huevo crudo antes de comerla. Nos pareció una auténtica delicia.
Como vimos que en Kansai había muchas cosas interesantes, decidimos quedarnos por esa región y no viajar hasta Tokio.
Además hay que dejar cosas sin ver para futuras visitas.

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