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Península Valdés y Buenos Aires (final de febrero de 2012).


Terminado nuestro periplo montañero en la Patagonia, decidimos ir a Península Valdés; que está en el norte de Patagonia. Es una zona muy importante ya que aquí vienen las ballenas (franca austral) a dar a luz y están unos meses con sus ballenatos. Pero ahora no es la época, se fueron hacia la Antártida en Diciembre. También es zona de leones y elefantes marinos, y éstos también crían aquí, lo que hace que vengan las orcas para intentar cazar a los pequeños. Como veis hay mucha animación.

Península Valdés y sus bichos
Tras incontables horas de autobús, llegamos a Puerto Madryn. Allí la temperatura cambia, hace viento pero más calor, de hecho es un lugar de veraneo playero.
Leones (o lobos) marinos
En la ciudad contratamos el viaje para ir a visitar el Parque-Reserva de Península Valdés. Primero vas a la Casa del Parque, en la que hay unas explicaciones sobre la historia del territorio y sus moradores, y también sobre flora y fauna del lugar, con esqueleto de ballena incluido.
Y luego a ver animalitos: armadillos, guanacos (tipo de llama), aves, roedores,... pero claro, los que más atraen a los turistas son los pingüinos de Magallanes, y los leones o lobos marinos, como dicen aquí. También vimos tres elefantes marinos que todavía no se habían ido. Tanto los pingüinos como los leones están con las crías que juegan y se pelean, es entretenido verlos. Las orcas estaban por la zona pero todavía no habían llegado a la costa, por lo tanto, nada de ballenas, otra vez será.
Pingüinos de paseo
Sólo estuvimos un par de días en Puerto Madryn, y desde allí cogimos el bus hacia Buenos Aires.
Otra paliza de autobús (menos mal que son cómodos y el terreno es totalmente plano y sin curvas) y aparecimos en la capital del tango.
Nuestro primo Nacho fue un gran anfitrión por una semanita. Fueron unos días muy entretenidos y variados. Probamos una típica parrilada argentina, (hecha por un chileno), que estuvo muy rica. Tuvimos la fiesta de las vitaminas (en casa de nuestro anfitrión), donde conocimos a los amigos de Nacho, y bailamos la popular Cumbia Argentina, pero no nos a trevimos a probar el Fernet (licor de hierbas tipo colutorio mezclado con cocacola). Hicimos la ruta turística típica: casa Rosada, Avenida y Plaza de Mayo (con sus edificios de corte francés), el cementerio de Recoleta (tumba de Evita Perón), cafeterías (como la de Tortoni entre otras), librerías (alguna era un antiguo teatro), Catedral (tumba de San Martín), la zona de Puerto Madero (con sus diques, rascacielos y paseos), la reserva ecológica (gran parque de humedales con aves), el barrio de Bocca (con la Bombonera y sus coloridas calles), algunas exposiciones (centro cultural Borges y Recoleta), mercadillos y otros muchos lugares menos turísticos.
Maestros del tango...
Aparte de caminar, también comimos. Probamos las pizzas, que enorgullecen a los bonaerenses, y realmante son deliciosas. No olvidamos probar las empanadas, choripan, bifes, bondiola, alfajores y otras especialidades porteñas. Tomamos una versión fría del mate, con jugo de naranja, el tereré.
Caminito nos recibe
Y para empacharnos de cultura argentina, decidimos ir a una tanguería. Una sola clase de tango nos hizo creer que ya sabíamos bailar, pero cuando tras el descanso sonó la música, la pista se llenó de parejas autóctonas que más que bailar interpretan cada nota del tango con su cuerpo. Ante este panorama, decidimos no hacer el ridículo y disfrutar del espectáculo desde la mesa. También se danzó milonga y curiosamente rock&roll.
Otra noche disfrutamos de una divertida cena con los amigos chileno-argentino-españoles, que pretendía ser el broche final a nuestra estancia. Y entonces Javi se empeñó en quedarse un par de días más. Sus únicos argumentos fueron: fiebre, diarrea y dolor de cabeza.
Afortunadamente, no fueron días muy calurosos, asi que pudimos disfrutar de la ciudad cómodamente. Buenos Aires nos pareció una gran urbe con aires de grandeza, por sus enormes avenidas (la gran 9 de julio tiene nada menos que 20 carriles y una anchura gigantesca), sus edificios de talla XXXXXL, su intenso tráfico, la marabunta de gente el las zonas comerciales y turísticas y por supuesto, por su gran tamaño.
Cenita rica... y divertida
Compramos unos billetes de avión a Santiago de Chile (de ida y vuelta, más baratos que solamente ida), ya que habíamos llegado al límite de horas de bus en nuestro cuerpo.

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3 comentarios:

Ignacio Sánchez dijo...

Teniente Dan, tengo miedomanman!

Alicia. dijo...

Con anfitriones como ese ¡yo también quiero ir a Argentina!...
Qué pasada de fauna, Teo y Pau hubieran flipado...
Muchos besazos.

Natalia dijo...

Qué sitios tan bonitos!! Ya no sé a dónde quiero ir yo... qué pena no haber visto ballenas!! Disfrutad mucho!! besitos

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